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La casa de las opiniones

LA PARTICIPACIÓN DEL MAESTRO/A EN LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN

  

           No se puede negar que en la actualidad existen muchas personas que tienen algún poder de decisión dentro del sistema educativo, como maestros dentro del aula, directores de instituciones educativas y  partidos políticos, todos ellos preocupados por mejorar la calidad de la educación. Yo no tengo ningún poder de influir en el sistema educativo, pero como futuro maestro también, al igual que ellos, estoy preocupado por la situación que está viviendo.

 

          Evidentemente, es necesario una mejor educación para lograr tener un mejor país, pero sería conveniente que la reforma se lleve a cabo por medio de aquellas personas que tienen relación y están preocupados con el sistema educativo. De esta forma, las escuelas podrán conseguir aquellos objetivos que se proponen.

           Uno de los problemas más importantes que afectan a la educación es cuando se elabora una reforma educativa, ya que se establece de forma  contradictoria entre las necesidades de los partidos políticos y los ritmos que tiene la sociedad. Pienso que esta contradicción sólo puede solucionarse a partir de acuerdos entre todas aquellas personas que están relacionadas con las decisiones del sistema educativo. 

          Como sabemos todos, los docentes nunca participan en las reformas educativas que se llevan a cabo, y paradójicamente son quienes más conocen este ámbito, y quienes saben mejor que necesidades y cambios necesitan la educación. Realmente los maestros y profesores son claves en la reforma educativa, aunque no pueden ser los únicos responsables de ella. Necesitan compañeros. Es cierto que los docentes únicamente no pueden cambiar los libros de texto, o establecer un sistema de apoyo administrativo, o reunir los fondos necesarios para pagarla. Sin embargo, considero que una medida educativa adecuada sería que los administrativos de educación y aquellas personas que formulan las políticas de enseñanza apoyen a los maestros, ya que cuantos más maestros compartan las medidas de la reforma y cuanto más ayuda se les brinde para poner en funcionamiento cambios significativos, mayor será la probabilidad de elaborar una reforma de enseñanza correcta que garantice una valiosa educación para las personas.

         La reforma educativa no puede imponerse a los maestros por mandatarios superiores o por personas ajenas al sistema educativo. Si los maestros no están de acuerdo de que los cambios propuestos no son adecuados o no valen la pena, no van a poder implantarlos de manera enérgica y significativa en el aula. Si no comprenden completamente que es lo que se pretende conseguir o no están suficientemente preparados para introducir contenidos o nuevas formas de enseñanzas, las medidas reformistas fracasarán

         En mi opinión, los maestros pueden ofrecer a la hora de decidir para la calidad de la educación un  sentido objetivo y especialmente crítico, ya que son los que tienen una experiencia directa en el aula con los alumnos. Pueden  aportar a la reforma el conocimiento de los estudiantes, el oficio y una cultura escolar de que otros carecen. En definitiva, los maestros deben asumir mayor responsabilidad en la reforma de la educación, pero eso de ninguna manera reduce la responsabilidad de otros para hacer también su parte.

Marco Antonio González Martínez, 18 de diciembre de 2006

 

3 comentarios

Jesús Belotto -

Personalmente considero de gran interés el presente artículo a pesar de la rabia que experimento al reflexionar acerca de lo que el sentido común (ese bien tan escaso) me dicta: que si las cosas fueran como deberían, todo lo expuesto quedaría en obviedad. Pero es que, por desgracia, esto no es así.
Como dice el señor Pérez-Reverte, tenemos lo que nos merecemos. Crecemos en un sistema podrido desde la raíz en el que es más común castigar a una oveja descarriada que recompensar a una bien encaminada; y es que, hasta que un estudiante no ha alcanzado un cierto nivel, esto es, hasta que uno no es universitario (por no decir doctorando...), no estudia para aprender sino para aprobar: la meta inmediata es, en el mejor de los casos, evitar que papá nos corra a garrotazos. Así, todo acaba enmarañándose en un lamentable círculo vicioso en el que el fracaso de unos lleva al fracaso de los otros. La desmotivación de los profesores provoca la desmotivación de los alumnos, y/o viceversa (¿qué fue antes, el huevo o el avestruz?).
Para colmo de males –y no me extiendo más, que me deprimo–, alimentamos la podredumbre de la teoría educativa (que ya de por sí es mala de cojones), empeorándola hasta el espanto en la práctica: clases superpobladas, personal docente en situaciones cada vez más precarias, padres histéricos que delegan la totalidad de la educación de sus hijos en una institución desbordada... Y más horas de religión a la semana que de educación sexual o cívica.
Ante este panorama, las reformas educativas son como ese parche con el que tapamos un agujero mientras dejamos que se formen siete más. Señoras y señores, hay que cambiar el bote. Porque el que tenemos hace agua.

Rubén Jarque -

Lo de que el saber es poder y no interesa que las clases bajas aprendan...suena muy bien, pero ya no estamos en la Edad Media, las cosas no funcionan así.

Hoy en día, en vez de una desculturalización, a lo que se tiende es a una privatización, de forma que la enseñanza privada le gane terreno a la pública. Y de este modo también acercar las líneas de educación a los patrones deseados por las empresas.

Debería estár claro que las reformas educativas deberían estar consensuadas por los que se supone verdaderamente entienden, los maestros, profesores o catedráticos, y no el ministro de turno, que vete a saber por qué le han asignado a el el ministerio que llaman de Cultura, y no cualquier otro.

Pero bueno, si los que nos meten con calzador es lo que está de moda en Europa, bueno será... tanto como la globalización.

Rafael Sellés -

Bueno bueno...

Personalmente, soy bastante escéptico en términos generales y dudo que realmente algún gobierno tenga interés en realizar una buena reforma educativa. Como se dice el saber es poder, y tampoco les conviene que sus "subditos" sean demasiado intelegentes y se den cuenta de que sus "jefes" no son los adecuados...


Esta claro que lo comentado en este articulo es cierto, ni un profesor, ni ningun tipo de profesional puede seguir un plan de trabajo que se le impone y no cree correcto.

En los últimos años solo he visto reformas educativas que van de mal en peor, gran ejemplo la ESO y la obligatoriedad de la enseñanza hasta los 16 años (ahora se empiezan a ver sus frutos... alguién que no quiere estudiar no se le puede obligar a ello...)